En esta instalación se desarrollan tanto los significados de una animalidad apócrifa como las estrategias de un proceso de creación que extrapola el significado de laboratorio dentro de las prácticas artísticas. La coexistencia de dos seres –hombre y pulga- cuya correlación anatómica monstruosa inducida por la imaginación es producto de una experiencia privada, revela dos momentos: el primero, que el hombre fue emboscado por un animal no pensante que le increpó en su proceso civilizador y segundo, que las prácticas de experimentación con los materiales llevadas a cabo dentro de un “laboratorio de creación”, son equiparables a las prácticas de laboratorio científica; en ambos casos, tanto el artista como el científico tienen el poder para transformar y manipular el cuerpo del animal y concebir a través de él, una nueva naturaleza.